¿Quieres ser más feliz?

Durante mucho tiempo se ha considerado la felicidad de las personas como algo constante, y que nuestra capacidad de sentir felicidad estaba predeterminada en parte por nuestros genes. Y hay muchas investigaciones que sugieren que es en parte cierto. La pérdida de un ser querido, premios de lotería, matrimonio, un trabajo nuevo, una casa nueva, un salario más altos u otros cambios en nuestras vidas tiene un impacto más bien limitado en nuestra percepción subjetiva de la felicidad. Los grandes eventos pueden aumentar o disminuir nuestro bienestar durante un par de años, pero después vuelve nuestro nivel de felicidad a ser más o menos como antes.

En la última década, Sonja Lyubomirsky, investigadora en psicología, ha cambiado esa imagen tradicional de la felicidad genética. Ha demostrado que podemos influir en nuestro bienestar a través de acciones activas. Mientras los genes determinan la margen de maniobra que tenemos - un poco como el hecho de que las personas tienen una predisposición diferente a la obesidad - nos queda muchas oportunidades de influencia dentro de nuestros márgenes genéticos.

Algunas personas van por la vida contentas y felices sin importar nada, mientras que otras se deprimen por cualquier cosa que les sucede. Algunas personas pueden comer casi cualquier cosa y aun así mantener el peso, mientras que otras inmediatamente suben unos gramos cuando comen una bolsa de patatas fritas.  

Pero la gente que se siente bien y feliz con la vida no ha sido sólo por suerte en la lotería genética, también son proactivos y se esfuerzan de hacer actividades cada día que les ayuda a disfrutar más de las cosas buenas que suceden en la vida, así como aceptar y manejar las circunstancias difíciles cuando algo sucede.

Las personas que se consideran afortunados y personas que se consideran lamentables experimentan más o menos los mismos tipos de acontecimientos en la vida. Pasamos todo por accidentes, pérdidas, adversidad y dolor, así como prosperidad, acontecimientos felices, alegría y amistad. Lo que diferencia a las personas es cómo hacen frente a estos acontecimientos.

La investigación de Sonja Lyubomirskys muestra que el 50 por ciento de nuestro nivel de felicidad depende de nuestros genes, mientras que sólo el diez por ciento se debe a las circunstancias de la vida que vivimos, la cantidad de dinero que ganamos, nuestro éxito laboral o social, o si estamos casados ​​o no.

El resto, hasta un 40 por ciento, es determinado por nuestro comportamiento. Puede ser pequeñas cosas como escribir todos los días un par de cosas que agradecemos en la vida, programar una actividad placentera al día, desarrollar nuestras relaciones o pensar sobre lo que para nosotros es importante en la vida y cómo hacer para lograrlo.

Por lo tanto, aunque tus genes no juegan a tu favor y las circunstancias no son las más favorables en momento determinado, es posible vivir una vida más feliz. Pero no siempre es tan fácil llevarlo a la práctica.

La terapia cognitivo conductual trabaja sobre todo con este margen de elecciones que tenemos y sobre nuestros comportamientos y pensamientos. Las técnicas de terapia cognitivo conductual te puede ayudar a cambiar tus pensamientos (la parte cognitiva) y lo que haces (las conductas). Cuando pones en práctica las técnicas empiezas a sentirte mejor. Hay una evidencia científica considerable que apoya la eficacia y efectividad de la terapia.

Si quieres saber más sobre cómo un programa online de entrenamiento cognitivo conductual te puede ayudar a sentir mejor puedes leer más aquí o contactar con nosotros.

Aquí puedes leer más sobre el libro de felicidad de Sonja Lyubomirsky; The How of Happiness: A Scientific Approach to Getting the Life you Want (en inglés).